En una mesa de diálogo para abordar la iniciativa que intenta desalentar el uso de pirotecnia y avanzar en un proyecto que regule y reduzca a cero su utilización, se reunieron la ministra de ambiente, María Inés Zigarán, la diputada provincial Victoria Luna Murillo, padres de niños que padecen autismo, un veterano de Malvinas, representantes de ONGs protectoras de animales, ambientalistas, referentes de las fuerzas de seguridad, entre otros.
El espacio, que reunió las voces de los diferentes actores involucrados en el tema en cuestión, se plantea como la expresión de la política participativa llevada adelante por el ministerio de ambiente a lo largo del año. Se gestó igualmente a partir de la propuesta de la diputada Luna Murillo, que fue bien recibida por las autoridades del ministerio de ambiente.
En este sentido, la titular de la cartera ambiental explicó que “se trata de un desafío en el que coincidimos el poder legislativo, el ejecutivo, las instituciones ambientalistas, las organizaciones defensoras de los derechos animales, y otras vinculadas con la problemática del autismo”.
“La iniciativa de la diputada es coincidente con la política de este ministerio –agregó- y con la construcción de una provincia verde, para que de manera gradual podamos reducirse el uso de la pirotecnia y los cohetes, particularmente en estas fiestas de fin de año que se utilizan de manera tan popular”, detalló Zigarán.
La funcionaria precisó, luego de aclarar que es necesario pensar en alternativas de desarrollo para quienes viven de la venta de este recurso, que además de compartir la inquietud manifestada por la diputada Murillo, emitieron un dictamen favorable al proyecto legislativo presentado por la legisladora.
Y no obstante haber quedado pendiente para ser abordado el año que viene en el parlamento, precisó que “apoyamos la iniciativa porque entendemos que es una práctica que debe ser gradualmente dejada de lado y suprimida, porque tiene efectos negativos sobre el ambiente y la salud humana”.
Por su parte la autora del proyecto expresó que, hasta tanto pueda ser debatido en el recinto legislativo, “buscamos a través de reuniones permanentes socializarlo, coordinar acciones, concientizar, visibilizar la problemática, y recibir los aportes y escuchar las diferentes voces”.
“Estamos trabajando, recepcionando las sugerencias de los diferentes actores de la sociedad que están sumados a esta iniciativa”, agregó. Y dijo también que “consideramos que la pirotecnia cero nos exige tomar conciencia del gravísimo daño que se produce con esta práctica tanto a la flora, como a nosotros mismos, a nuestros adultos mayores, a nuestros niños, a las personas que padecen autismo o que sufren de algún padecimiento particular”.
Finalmente, Roberto Tejerina, veterano de Malvinas, compartió su punto de vista respecto al proyecto, manifestando que “estoy de acuerdo porque creo que debemos sumarnos todos. Es algo que nos causa mucho daño, y en algunos casos deja secuelas irreversibles, de por vida”.
El veterano, que también es periodista, concluyó diciendo que “en nuestra provincia no hay un manejo responsable de la pirotecnia, es desmesurado, por lo tanto nos exige un cambio cultural”.
Daños ocasionados por el uso de pirotecnia
Si bien es cierto en nuestra provincia se utilizan fuegos artificiales para decorar y contextualizar celebraciones culturales y religiosas, poco se ha reparado en la huella perjudicial que se deja en el ambiente, en nuestra madre tierra.
La pirotecnia, o más conocida como fuegos artificiales, incluye una diversidad de artefactos que utilizan pólvora con diferentes metales y compuestos químicos para generar a la vista formas y colores atractivos. Lo que no se sabe es que estos mismos elementos aparentemente causan una variedad de efectos contaminantes.
Por ejemplo, por citar solo algunos: la contaminación del agua provocada por el perclorato, que es un agente oxidante utilizado para propulsar el cohete; lo mismo que los metales pesados que hacen que estalle el fuego artificial, y le dan coloración, causando efectos nocivos sobre la salud humana; o los aerosoles solidos que son originados después de la explosión, y que contaminarían el aire, contribuyendo al cambio climático; sin dejar de mencionar la contaminación sonora provocada por el ruido excesivo de la pirotecnia que es peligroso para las aves y para los animales silvestres y urbanos, porque excede los límites tolerables.